dissabte, 21 de maig del 2016


En las noches frías del espíritu, de la desconfianza profunda hacia toda verdad que pueda haberse instalado en mi, sufriré el azote del viento que tratará de derrumbar mi ser, y lo hará si solo soy máscara, si me sustento en los pilares de la convicción, de la fe ciega... Lo erosionará hasta hacerlo desaparecer, pero no me da miedo, pues lo voy a necesitar.

Serán noches de solitud y tendré la tentación de buscar a alguien para abrazarlo, para sentir que, entre sus brazos, mi cuerpo escapa del frio de la destrucción nihilista en el que me veré envuelto. Pero al dirigir la vista a mi alrededor solo veré lobos y lobas que conspiraran contra mi entre aullidos que jamás comprenderé, esperando que, moribundo, me derrumbe a sus pies para saciarlos, voluntariamente, anhelando encontrar un poco de calor en sus estómagos. No voy a permitirlo, el instinto no va a torcer mi voluntad.

Si llego a resistir a este invierno sin caer en una espiral de estéril destrucción, me levantaré renovado, de seguro que lo haré, con las primeras flores de la primavera, liberado de todo dogma, de toda creencia... Y, junto a mi, tras unas suaves lluvias, renacerán mis pasiones, dotadas de una belleza que las presentará irresistibles; estas me harán estallar lleno de vitalidad desatando toda mi potencia creadora, avivarán el fuego de mi ser y llegará el calor de un verano en el que gozaré de los nuevos mundos que hallaré en Mi. A lo largo de esos días soleados, poseído por una voluntad desenfrenada, exprimiré hasta las últimas gotas de su sustancia y llegaré al otoño con ellas, será entonces y solo entonces cuando dejaré caer un lecho de hojas a mis pies, los últimos restos de ese Yo que se presentará envejecido y débil a mis ojos, conocedor de lo que me espera, consciente de las estaciones de mi ser... y almacenaré los pocos frutos que queden del verano, preparándome para otro largo invierno que dé muerte a todo aquello que agarrote mi vitalidad, mi fuerza, mi potencia... todo aquello que me lleve a una vida estéril, a la muerte.