dilluns, 26 d’octubre del 2015





















Hoy comparto estas palabras (aunque nunca me ha gustado hacer público un escrito tanto profundo para mí) porque he pensado que quizá era bueno que perdurara en el mar de la memoria colectiva esta brizna de sentimiento, esta brizna de profundidad:

Buscando entre viejos escritos he encontrado un libro que escribíamos juntos, en una de las páginas, escrito al margen, se puede leer una frase que dice:

"¡El mundo es nuestro!"

De aquel "grito", atrapado entre palabras, se desprendía una ilusión, una convicción; y ¿qué queda, ahora, de ese grito? ¿Qué queda después de tanto tiempo soñando a tu lado? ¿Después de que que todo se hubiera desvanecido en una mañana de diciembre?

Ya son muchas las noches que siento vacío aquel silencio que queda al saber que el tiempo que me ha dejado ser tu amigo ahora nos ha separado para siempre. Lejos queda el día en que nos conocimos, éramos tan pequeños que no sabíamos qué quería decir amistad, pero, con el tiempo, lo acabaríamos aprendiendo el uno del otro.

Los años nos hicieron crecer juntos, a menudo pienso en los buenos momentos que compartimos, en las pequeñas luchas que afrontamos... pero sólo son recuerdos, imágenes de un pasado que no se repetirá, un pasado que estoy orgulloso de haber vivido, que hizo de ti mi hermano.

Parece mentira que los mejores recuerdos sean aquellas tardes que no hacíamos nada, tardes que escondían momentos en los que soñábamos, sin miedo a quedar solos, sobre todo lo que haríamos uno al lado del otro... y son estos momentos los que me dicen que, por más silencio que quede entre nosotros, una lágrima, un pensamiento, un recuerdo... hará que volvamos a soñar juntos.

En el fondo este era nuestro poder, el poder que he heredado de ti: el poder de los soñadores.

Gracias a ello, cada noche, cuando cierro los ojos, vuelvo a soñar con lo que dejamos a medias, en lo que todavía puedo hacer, en lo que éramos y me ha hecho ser ... y la verdad es: que no necesito verte para saber que estás aquí, soñando conmigo.


A ti que te fuiste soñando, a ti, Daniel, yo, que me ha tocado quedarme, aquí, un tiempo más, sólo te puedo decir, en la plenitud de saber la herencia que me has dejado: Buen viaje soñador, gracias por hacerme ser consciente de que: sí, nuestro mundo, era nuestro.

19/03/2015