dilluns, 26 d’octubre del 2015

En fin… siempre me voy por las ramas… aunque esta vez pienso que era importante que supieras esto, quizá te ayudará a comprender un poco mejor lo que vengo a contarte.

Así pues, crecí en la ciudad más alejada de todo lo conocido; Rosburg era un lugar muy tranquilo, y debió de ser esa tranquilidad lo que llamó la atención a las constructoras para levantar todas esas casas  de lujo… pues dicen que los ricos buscan tranquilidad, ¿tranquilidad? ¿No os suena raro? Si de dónde vienen tienen tanta riqueza ¿cómo es posible que entre abundancia no vivan tranquilos? ¿Por qué huyen, en busca de tranquilidad, del lugar donde son ricos? ¿A caso son ladrones que escapan de la ira del que ha sido robado?
Alguien me dijo una vez que en verdad no son ricos y lo único que hacen es escapar de la miseria en la que viven, de la escasez en la que tienen que luchar, esa lucha en la que roban al otro, le explotan, para conseguirse una sensación de abundancia, una lucha que no admite tranquilidad, una lucha en la pobreza y de la pobreza… Quién sabe, puede que no sean ricos…

En eso se convirtió Rosburg, en una especie de lugar de descanso para aquellos mafiosos (legales o ilegales) que escapaban de su lucha en la miseria para conseguir una pequeña sensación de tranquilidad… y, a la vez, en mi casa, en mi terruño…
Fue aquí el lugar donde crecí, donde aprendí a pelearme, a defenderme, a amar por primera vez (o eso creía), donde aprendí algo sobre la amistad, donde me intentaron moldear a base de educación obligatoria, iglesia, valores y morales aparentemente eternas e incuestionables…
Este fue el primer lugar que ocupé, el lugar que, pese a mis resistencias, me presionó a tomar una de las decisiones más importante de mi vida… Esa decisión que me llevaría a conocerlo a él.

Era finales de primavera, se acercaba rápidamente el verano y los ánimos estaban muy agitados, era el momento en que había tenido más actividad política desde que entré a la Liga Patriótica. Nos pasábamos el día empapelando calles y repartiendo panfletos, nos parábamos por la calle a discutir con extraños… teníamos que convencer a todo habitante de la ciudad de que se debía apoyar la decisión de ocupar los Montes Blancos… faltaban pocos días para que el parlamento aprobara esta iniciativa, y en las fronteras se concentraban el ejército Teutón y el nuestro. Una sensación cuasi eléctrica nos acompañaba todo el día, ansiábamos realizarnos en nuestra patria, queríamos vivir, ser, reivindicarnos, hacer, y lo buscábamos en el espíritu que nos habían dado, el fantasma en el cual nos habían difuminado: la patria.

Uno de esos días se paró un furgón del gobierno en la plaza mayor de Rosburg, bajaron dos hombres uniformados y montaron una mesa desde donde recibirían a todo aquél que deseara presentarse voluntario para las fuerzas armadas; estuvieron parados allí todo el día y corrió la voz entre todos los jóvenes de la ciudad, recuerdo que a mí me avisaron mientras discutía con un hombre mayor que se mostraba bastante contrario a la guerra, fue Hans creo, o alguien de la banda, me lo dijo desde el otro lado de la calle, a grito pelado: “¡Han venido!¡La patria nos necesita!”… me sonó raro, normalmente era yo el que pronunciaba esa frase y siempre me llenaba de cierto orgullo hacerlo, pero esta vez me asustó, esta vez me la decían a mí…

El hombre mayor que retenía encontró la excusa perfecta para deshacerse de mí, y se me quitó de encima espetándome: “a ver si empiezas tú a ofrecerte por la patria y a mí me dejas tranquilo…” mientras me miraba de reojo alejandose…  otra vez sentí miedo, y me quedé quieto; a un lado de la calle estaban mis amigos esperando que fuera con ellos a apuntarme, y al otro ese señor que sentía como si me juzgara con su mirada; de golpe estaba en el centro de mi mundo, sentí como me temblaban las manos, me sentía realmente acorralado, el miedo se iba apoderando poco a poco de mí, pues en un abrir y cerrar de ojos la decisión de la patria, su voluntad, no eran la misma que la mía, el momento que tanto había esperado no era mi momento, yo no quería ser de esa patria, mi patria no existía, era yo ante una decisión que me horrorizaba y temía haberlo comprendido demasiado tarde…

20/10/2015