dilluns, 26 d’octubre del 2015


La relación monógama de nuestra sociedad es, en esencia, una privatización del amor; es decir: la privatización de una relación humana.

En el momento que, dos personas, deciden establecer una relación de este estilo acuerdan - sin decirlo de esta manera - que uno privatizará el amor, la sexualidad e incluso tiempo, vida... del otro; en pocas palabras: es una esclavitud recíproca.

Vamos a explicar mejor lo que estoy diciendo:

En este tipo de relación, el "novio" y la "novia" (o el "novio" y el "novio", la "novia" y la "novia", el esposo y la esposa...) pasan a ser propiedad y propietario; es decir: en este tipo de relación se refuerza una idea posesiva del amor, en la que los individuos que forman parte quedan despersonalizados el uno por el otro ¿por qué? Pues porque el amor pasa a ser un sentimiento de la pareja y no del individuo el cual se limita a ser una posesión bajo control de ésta.

De esta manera nos encontramos ante una relación en la que uno ya no ama el otro (aunque percibirá que sí) sino que la pareja ama la pareja, convirtiendo al individuo en medio (no en parte) de la realización social de una idea de amor, en lugar de la realización del amor de los individuos. El hecho de ser un medio hará que los individuos que forman la pareja necesiten de esta por ser, de esta manera lo que ellos entenderán como amor no será más que una necesidad.

El matrimonio, por lo tanto, es, sólo, la formalización de una esclavitud personal ya existente.


02/03/2015